
RUTAS DEL GUSTO EN PIAMONTE
Las villas están a tan solo 15 km de Alba, capital del vino y de la trufa, y a 20 km de Bra, ciudad que ha visto nacer el famosísimo movimiento Slow Food: situadas fuera de los caminos más trillados, ambas merecen una desviación.
Centro pulsante de las Langhe, Alba, conocida también como la ciudad de las 100 torres, es un cruce de intereses históricos, enogastronómicos y culturales. Erigida en una excepcional ubicación colina, la ciudad es testigo de siglos de pasión por la buena comida y el buen vino: entre sus antiguos callejones y sus prestigiosas plazas se esconden enotecas y tiendas de delicias locales que deleitarán incluso los paladares más sofisticados.
Para profundizar aún más en la experiencia gustativa, Bra se erige en adalid de la calidad y la sostenibilidad en la gastronomía. Y no es una mera tarjeta de visita: a cada paso, el pueblo ofrece una oportunidad para catapultarse al mundo de los productos locales, fruto de una combinación entre la naturaleza, la experiencia y el deseo de preservar el pasado por parte de sus habitantes.
GRAPAS DE ORO
Junto con el Roero y el Monferrato, el territorio de las Langhe también se encuentra en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2014. Si bien la zona comparte algunas peculiaridades con las zonas linderas, se distingue sobre todo por la gran concentración de viñedos de prestigio, la belleza de los pueblos encaramados y la solemnidad de las laderas.
Caminando por las callejuelas empedradas de Barolo, se puede sentir la intensa fragancia del vino que lleva el nombre de este pequeño tesoro, mientras que merece la pena detenerse en La Morra para contemplar el perfil de las colinas desde los balcones naturales suspendidos sobre los viñedos al atardecer. Las antiguas murallas de Monforte d’Alba te invitarán a conocer las narraciones de un pasado glorioso y a visitar, por fin, la joya de la corona de Serralunga d’Alba, su imponente castillo.
En las Langhe, el placer se aprecia a pequeños sorbos, entre una copa de Barbaresco y un paseo por los avellanares de Cortemilia, donde el silencio solo se ve interrumpido por el crujido de las hojas y el canto lejano de las aves. Es una tierra que invita a abandonar la frenética actividad y a dejarse llevar por su exclusivo encanto.
TURÍN: ANTIGUO ESPLENDOR, ENCANTO INMORTAL
El perfil señorial de Turín, antigua capital de Italia y sede de la dinastía Saboya, se revela en toda su magnificencia desde lo alto de sus colinas. Enclavada entre las orillas del río Po y las cumbres nevadas de los Alpes, exhibiendo con orgullo su edificio más emblemático: la Mole Antonelliana.
Visitar Turín es como trasladarse continuamente entre distintas épocas y adentrarse en el complejo entramado que conforma su historia: antiguas ruinas romanas que se entrecruzan con el ambiente medieval de las iglesias, o con el esplendor barroco o Liberty de los edificios. Muchos de ellos albergan museos de envergadura internacional (como, por ejemplo, el famoso Museo Egipcio), prestigiosas bibliotecas que pueden visitarse a petición y cafés históricos donde detenerse a reconfortarse y dejar volar la imaginación.
Uno de los encantos de Turín es el papel crucial que ha desempeñado en la historia de la economía italiana, ganándose merecidamente el título de capital de la industria automovilística. Asimismo, hoy la ciudad se ha vuelto el epicentro de una vibrante escena artística, acogiendo eventos culturales e innumerables festivales que la convierten en escenario de infinitos encuentros y descubrimientos.
